ESPERANDO por DAMIAN

Me he convertido en un habitué de las paradas de colectivos. No por que las frecuente cotidianamente, sino por la cantidad de tiempo que paso allí. Ahora entiendo por qué remodelaron las casitas de las paradas, pero la verdad es que no alcanzan, los colectivos tardan tanto que en pocos minutos se llenan. Ya desde lejos se puede ver, que ahí, ocurre algo. La gente pasa y piensa que quizás estén regalando algo. Creo que aprovecharon y ya que la gente perdía tanto tiempo ahí pusieron publicidades. Pero no escribo para contarles algo que quizás ya saben, sino para contarles una historia. Todavía no se bien cual. Supongamos que la historia comienza juntando un par de imágenes: el árbol, la chica de mis sueños, el mito del cigarrillo y la falsa idea de la historia latente. Supongamos que estoy parado al costado de una parada de colectivo, no,... mejor de un árbol. Entonces supongamos que estoy parado al costado de un árbol; mi sombra golpea sobre el asfalto y caigo en la cuenta de que estoy esperando el colectivo. Esto ocurre cuando voy a la parada con la finalidad de esperar que el vehículo correspondiente pase y me lleve. Pero hay un instante en que mi cabeza corta la agenda de tópicos habituales para marcar una pausa y recordarme que estoy esperando el colectivo. Entonces comienza el desarrollo de la premisa. Estoy perdiendo tiempo, podría estar haciendo cualquier otra cosa. Inmediatamente me urge la necesidad de pensar en cómo aprovechar ese momento. Necesito inventarme una historia. Comienzo a recaer en los elementos que tengo a mi alrededor. Identifico a la chica de mis sueños, viene bajando por la avenida, pelo corto (aclaro que si lo tuviera largo, no sería la chica de mis sueños), desmechado, reflejos rubios en las puntas, ropa alternativa, carita de ángel. No se da cuenta de que la estoy mirando. Continúa viaje hasta que desaparece y no puedo verla. Pienso. Esa podría haber sido la chica de mis sueños. Continúo mi búsqueda... una chica de pantalón de gimnasia llega a la parada, me mira, la miro, pienso en otra cosa, entonces veo las baldosas a rayas del piso, textura uniforme, aburrido. Sigo buscando, hasta que me cae la ficha para escribir algo.Pero antes de contarles la idea me gustaría dejar en claro de una vez, aprovechando que estamos hablando de colectivos, que el mito del cigarrillo no existe. Cada vez son más los que están haciendo de esta historia un verdadero mito, por lo que me parece prudente alertar a la población de que todas estas charlatanerías son falsas. La idea dice algo así como que cada vez que encendés un cigarrillo viene el colectivo. Marca una clara intertextualidad con lo de la Ley de Murphy ¿A dónde está la falacia de esta afirmación? En que el colectivo, no sólo que no viene cuando encendés el cigarrillo, sino que no viene nunca.Pasemos a la segunda idea falsa, que es la de “la historia latente”. Dice algo así como que las historias están ahí: en nuestra vida cotidiana, a la vuelta de la esquina, esperando que las descubramos. Como que cualquier cosa traiga consigo un historia latente que es nuestro deber descubrir. Las historias son invenciones pura y exclusivamente provenientes de nuestra imaginación, merito nuestro y no de las cosas. O a caso al merito de “Cien años de soledad” se debe a esos fascinantes paisajes colombianos, a las compañías bananeras, los baños en ungüentos, y no a su incapacidad como escritor . Así que bueno, la historia que se me ocurrió podría empezar con un narrador que nos hable sobre la espera del colectivo. Podría comenzar con que el protagonista está apoyado sobre un árbol echando sombra y comienza a buscar algo que le haga ocurrir una idea para contar una historia. Quizás pueda poner lo de la chica de mis sueños, total siempre lo pongo en todas partes. Una que otra cosita hasta que al personaje se le ocurre una idea para escribir algo y comienza a contarles a los lectores todo lo que ya han venido leyendo. Hasta que se da cuenta de algo. Se da cuenta de que para contar una historia, primero necesita un conflicto. Pero no lo tiene. Entonces se da cuenta de que no tiene historia.