Cuando supe que me perdía comencé a buscar todos los lugares que tal vez, alguna vez, pude haber dejado algo. Antes de desaparecer era necesario repasar viejos escondites, grandes escapes, oscuros recovecos que sirvieron para dejar, depositar todo lo que creía necesario. Antes de desaparecer es necesario recordar. Entonces me encamo con cualquier beso fugitivo que se escapa en las noches de verano. Aquellos romances que duran un fragmento de sol, solo hasta que caigan hojas secas. Que sencillo era recostarse en brazos desconocidos que aliviaban aquel dolor que nos consumía por dentro. Es bueno sentir, saborear, degustar colores jamás vistos. Me gustaba sentirme tan frágil, tan débil que solo esperaba quebrarme con el sonido de su voz. Tal vez nunca era la misma solo por que todos los días era distinta. Tan calmada, tan relajada que solo había que recostarse y disfrutarla. Dejar que comience a llenar la habitación de palabras sin sentidos, de aromas tan disperso que obligaba a perseguirla por donde se moviera. Y recorríamos la inmensidad de una cama, me tranquilizaba saber que su cuerpo era una parte mas del mío, una extensión que no llegaba a destino por que desembocaba en el mío, era así, éramos dos personas que se movían en un mismo cuerpo. Batallas, epopeyas, desabastecernos de corazones hasta el próximo verano... Deje de mirar esa habitación mientras un cigarrillo acompañaba la despedida de aquel viaje al pasado y me aleje. Recordé que no había mucho tiempo, que iba a desaparecer y faltaba mucho por recordar o al menos estaba la intención de hacerlo. Tome dirección a la esquina en donde divagaba a menudo, nunca fui bueno con las palabras y su contenido. Esperaba ansioso a alguien, me engañaba con cada deseo de velo. Sabia que no iba a estar. Decidieron por el y esa tarde no llegaría pero lo volvería a ver, de eso estaba seguro. A la esquina decidí recordarla con largas charlas de fútbol y misterios a punto de resolver, si nos hubieran dado un tiempo mas amigo podríamos haber encontrado las soluciones a nuestros desopilantes problemas. Pero ya tendremos tiempo para eso, demasiado tiempo. Espere un cigarrillo mas con la estúpida esperanza de que llegaría. Deseaba tanto que sople un viento fuerte o que un sonido destroce mi atención para saber que estuvo en mi ultima esquina. No sucedió y tuve que partir. Mientras paseaba por la plaza , tratando de recordar y recordar antes de desaparecer, un reflejo de mi imagen algo distorsionada me decía que ya se estaba acercando cada vez mas el momento. Me acerque mas a la fuente tratando de recordarme como era pero mi silueta, algo transparente para ese entonces, no ayudaba mucho. Mi cabello se lleno de un blanco que avejentaba toda mi vida, mis manos comenzaron a tomar una forma rara, la juventud se alejaba y dejaba a trasluz unos pliegues de años mal llevados. Los ojos que en alguna oportunidad pudieron ver tu sonrisa extrañaban todo. En mi memoria no quedaba mas lugar. Intentaba por todo los medios seguir recordando pero no podía, hasta mi nombre se extravío por ahí. Quería correr por que cada vez mas y mas se acercaba aquellos que hasta ahora no se dejaba ver. Pero no podía correr, unas débiles piernas tomaron el lugar de aquellas que lloraban por caminar, que gritaban por recorrer lugares. Era tan distinto. Con cada paso rápido mis pulmones me dejaban a medio camino. Improvise un bastón de paso y con el cuerpo ya extenuado decidí sentarme en un banco de aquella plaza. Mi atuendo había cambiado. Estaba muy cansado para notarlo aunque la resignación hizo lo suyo. Sentado en ese banco solo me dedique a observar, ese seria mi lugar desde ahora hasta...quien sabe. A mis pies se cercaban palomas que buscaban la piedad del visitante para alimentarse así que de mi bolsillo saque un poco de algo y me quede ahí, alimentando mi alma mientras dejaba que el tiempo haga lo suyo, ya no podía correr, ni recordar, era el momento de descansar y eso ya lo tenia aprendido.