HISTORIA SOBRE RUEDAS por SONRISA DOMINGUEZ

Con esta historia vuelvo a calzarme los 18 años, edad ideal para que nos sorprenda todo lo que aparece tan normal, en otras edades. Claro ahora soy too un señorito, estrenando mis 30 años, etapa para la introspección, desempolvar algunas vergüenzas que a esta altura son anécdotas cómicas o talvez no tanto, pero por lo menos me puedo reír de ellas.Como les decía estrenaba mis 18, estrenando mi condición de estudiante universitario de ingeniería en la ciudad de Córdoba. Todo era nuevo en ese momento novedoso, me llamaba la atención los brillos de la ciudad, su arquitectura, la noche, mujeres, y todo lo que rodea a quien tuvo la oportunidad de trasladarse a una provincia distinta de la que veníamos transcurriendo nuestra preadolescencia.Comienza el trajín universitario, esos grupos de estudio con gente a la que recién conocemos, nuevas costumbres que están relacionada con este cambio revolucionario que trae aparejado esta experiencia. Las tardes de mates, que aunque nunca me gusto, uno necesitaba sentirse perteneciente a un grupo y estos rituales de criollos, mates y conversaciones que desvariaban entre la incoherencia y la necesidad de comunicarse, de sentirse propio a la comunidad matera. Recuerdo que por coincidencia forzada, talvez, me toco vivir en el barrio jardín, ubicado a unas cuadras de la ciudad universitaria. Mi personalidad y conducta no era la de un explorador que se dedica a incursionar por lugares, ajenos a mi residencia. Un poco de autismo heredado jugaba a favor de esta situación. Era un tipo casero, me sentía muy cómodo en mi lugar y evitaba salir de mi circulo.Pero como suele pasar, la necesidad nos hace conocer. Nos empujan a la intemperie de lo desconocido. Todavía me acuerdo que estábamos en febrero, cursando el dichoso cursillo. Lugar prematuro para las futuras relaciones que en los mejores casos, se convierten en relaciones que nos llegan a durar toda la carrera, y a la vez nuevos y futuros amigos para las actividades extrafacultativas.Una de las primeras actividades de este cursillo era formar grupo, discutir un tema y al mejor estilo del secundario, exponer frente a la clase. Exponerse uno frente a desconocidos, afloraban todos los traumáticos momentos que meses atrás, como estudiante de bachillerato, en que teníamos que enfrentarnos a todos nuestro compañeros, exponiéndose a las bromas mas ridículas e hirientes, propia de una edad poco estabilizada e inmadura.todo eso no iba a cambiar en el cursillo de ingeniería y en la segunda clase ya tenia que pasar vergüenza ahora con desconocidos , en una clase tan federal, con distintos exponentes de los lugares mas remotos de nuestro país. Debo admitir que mi timidez es algo que ,a base de terapia pude superar, pero que a los 18 y con toda la movida que les vengo relatando era todo un tema. Por suerte el grupo que me toco, no pecaba de extraordinario pero a la vez era un arma de doble filo. Sebas, un fumador empedernido, oriundo de la provincia de Misiones, no paraba de encender cigarrillo tras cigarrillos, y muchas veces llamábamos su atención por que siempre dejaba uno olvidado en el cenicero mientras llevaba uno nuevo a la boca. Roque, un salteño que era la reencarnación de Arguiñano con Calabresse, era un pibe que cocinaba de puta madre y con lo que encontraba en la heladera. Hábil para mezclar sabores de cosas que conciente uno no lo haría pero que para la dieta del estudiante era indispensable conocer esos secretos y así prosperar nuestra supervivencia. Y Malena, la única mujer del grupo. Odiaba que para llamar su atención alguien le cante el tango homónimo y que de esa manera despertara la atención de los hombres de la clase. A tener en cuenta que esta carrera esta plagada de hombres, va por lo menos cuando la curse.Esa tarde de febrero luego de una aleatoria presentación, nos propusimos reunirnos en la casa de Malena, en el barrio de alta Córdoba. Me costaba salir mucho de casa. Ni que hablar de tomarme un colectivo, solo llevaba un par de días en la ciudad y esa anunciaba un desencuentro con el destino fijado por el grupo. Autosuficiente, con esa condición de privilegiado que uno siente a los 18 años decidí que iba a llegar sin ayuda al lugar fijado.Entre preguntas y preguntas ya conocía la letra del colectivo que me llevaría, espere media hora, era un domingo y en los bares todos gritaban el gol de algún súper clásico que se estaba disputando. no había nadie en la calle Y yo sin saber, con precisión, hacia donde carajo me dirigía. Con una demora de media hora y ya arriba del colectivo lo primero que hice es aferrarme a la compasión del chofer. Le explique que quería bajarme en una avenida determinada y el contesto “no te preocupes facha, te aviso”. Me senté en el lugar que esta destinado para los viejitos, señoras embarazadas y demás, como para que el tipo no olvide mi cara y su promesa, implícita, de llevarme hasta mi pedido. El colectivo no estaba lleno pero había una considerable cantidad de personas que se iba renovando en cada parada.15 minutos de viaje y aquellos que emprendieron la travesía conmigo ya no estaban. Mientras tanto yo, un poco ansioso, seguía confiando en las palabras del conductor.30 minutos y si antes conocía por nombres algunas calles las que iban apareciendo no las había visto en el nomenclador. Previamente le había preguntado un par de veces al chofer. El me dijo”quedate tranquilo cabeza, yo te aviso..en ese momento sube una anciana, su cuerpo pedía a gritos un asiento y yo, muy comedido me apresure a dárselo, ubicándome cuatro butacas atrás, lejos de la mirada del conductor. Segundo grave error. Uno confiar en un chofer y dos alejarme del espejito por donde, de veces en cuando relojeaba para llamar su atención.Comencé a disfrutar el paisaje y con el walkman al palo me perdí entre las imágenes que iban pasando por la ventana80 minutos de viajes y el colectivo vacio se detiene. Con apuro encare al chofer, tratando de buscar una respuesta que a esta altura ya intuía su descargo-Uhhh.. facha, me olvide de avisarte. Mi cara de resignación no podía hacer lo que mis manos deseaban. Estrangularlo hasta que por sus ojos le salga gasoil. A todo esto sube el chofer de otro turno para encargarse del pesado rodado. Obviamente que se me cagaron de risa en la cara. Ellos sabían que había una solución y yo no sabia con que darle a los dos. Estaba en medio de la nada, en un barrio que vaya a saber cual era el nombre. Como tenia que ser la vuelta no significo un cospel demás pero me dijeron que me iban a “hacer la gamba” y dejarme cerca. Cerca las pelotas!!!! Me tiraron en unas vías a media hora de la casa de Malena. Cuando llegue el grupo había terminado, por falta de material que tenia en mi poder.Malena se ofreció a acompañarme a la parada que me llevaría de vuelta a casa. No quise saber nada le dije que me indicara por que calle tenia que bajar, prefería perderme caminando que arriba de un colectivo. Es así amigos que el peor domingo me la pase entre colectivos, barrios desconocidos, choferes desinteresados e incompetentes y obviamente una nueva perdida de vuelta a casa pero estaba vez en dos pies...

ESPERANDO por DAMIAN

Me he convertido en un habitué de las paradas de colectivos. No por que las frecuente cotidianamente, sino por la cantidad de tiempo que paso allí. Ahora entiendo por qué remodelaron las casitas de las paradas, pero la verdad es que no alcanzan, los colectivos tardan tanto que en pocos minutos se llenan. Ya desde lejos se puede ver, que ahí, ocurre algo. La gente pasa y piensa que quizás estén regalando algo. Creo que aprovecharon y ya que la gente perdía tanto tiempo ahí pusieron publicidades. Pero no escribo para contarles algo que quizás ya saben, sino para contarles una historia. Todavía no se bien cual. Supongamos que la historia comienza juntando un par de imágenes: el árbol, la chica de mis sueños, el mito del cigarrillo y la falsa idea de la historia latente. Supongamos que estoy parado al costado de una parada de colectivo, no,... mejor de un árbol. Entonces supongamos que estoy parado al costado de un árbol; mi sombra golpea sobre el asfalto y caigo en la cuenta de que estoy esperando el colectivo. Esto ocurre cuando voy a la parada con la finalidad de esperar que el vehículo correspondiente pase y me lleve. Pero hay un instante en que mi cabeza corta la agenda de tópicos habituales para marcar una pausa y recordarme que estoy esperando el colectivo. Entonces comienza el desarrollo de la premisa. Estoy perdiendo tiempo, podría estar haciendo cualquier otra cosa. Inmediatamente me urge la necesidad de pensar en cómo aprovechar ese momento. Necesito inventarme una historia. Comienzo a recaer en los elementos que tengo a mi alrededor. Identifico a la chica de mis sueños, viene bajando por la avenida, pelo corto (aclaro que si lo tuviera largo, no sería la chica de mis sueños), desmechado, reflejos rubios en las puntas, ropa alternativa, carita de ángel. No se da cuenta de que la estoy mirando. Continúa viaje hasta que desaparece y no puedo verla. Pienso. Esa podría haber sido la chica de mis sueños. Continúo mi búsqueda... una chica de pantalón de gimnasia llega a la parada, me mira, la miro, pienso en otra cosa, entonces veo las baldosas a rayas del piso, textura uniforme, aburrido. Sigo buscando, hasta que me cae la ficha para escribir algo.Pero antes de contarles la idea me gustaría dejar en claro de una vez, aprovechando que estamos hablando de colectivos, que el mito del cigarrillo no existe. Cada vez son más los que están haciendo de esta historia un verdadero mito, por lo que me parece prudente alertar a la población de que todas estas charlatanerías son falsas. La idea dice algo así como que cada vez que encendés un cigarrillo viene el colectivo. Marca una clara intertextualidad con lo de la Ley de Murphy ¿A dónde está la falacia de esta afirmación? En que el colectivo, no sólo que no viene cuando encendés el cigarrillo, sino que no viene nunca.Pasemos a la segunda idea falsa, que es la de “la historia latente”. Dice algo así como que las historias están ahí: en nuestra vida cotidiana, a la vuelta de la esquina, esperando que las descubramos. Como que cualquier cosa traiga consigo un historia latente que es nuestro deber descubrir. Las historias son invenciones pura y exclusivamente provenientes de nuestra imaginación, merito nuestro y no de las cosas. O a caso al merito de “Cien años de soledad” se debe a esos fascinantes paisajes colombianos, a las compañías bananeras, los baños en ungüentos, y no a su incapacidad como escritor . Así que bueno, la historia que se me ocurrió podría empezar con un narrador que nos hable sobre la espera del colectivo. Podría comenzar con que el protagonista está apoyado sobre un árbol echando sombra y comienza a buscar algo que le haga ocurrir una idea para contar una historia. Quizás pueda poner lo de la chica de mis sueños, total siempre lo pongo en todas partes. Una que otra cosita hasta que al personaje se le ocurre una idea para escribir algo y comienza a contarles a los lectores todo lo que ya han venido leyendo. Hasta que se da cuenta de algo. Se da cuenta de que para contar una historia, primero necesita un conflicto. Pero no lo tiene. Entonces se da cuenta de que no tiene historia.

Relaciones amorosas conocemos todos, es justamente el conocimiento de las mismas una de las particulares causas de que exista tanta ignorancia al respecto. Esta reacción se localiza justamente por el hecho de que una persona mantiene una relación con otra por la simple búsqueda de “conocer” a alguien. Por mas redundante que suene se puede decir que seguramente deberán existir cientos y miles de matrimonios que se conocen de pies a cabeza, todas esas pequeñas inmundicias que sobrellevamos día a día son reconocidas, odiadas, alegremente aceptadas (o tristemente celebres) según la compatibilidad entre estos dos cuerpos iluminados por el amor. La vida nos va preparando, eso lo creo. A los 12 te morís por dar un beso, un simple y escabroso beso que te introduzca en el mundo amoroso. Y te preguntas como será, que sensación tendré; y hasta tenemos la breve sensación de que ese simple contacto de labios significa amor. Concepción errada pero necesaria.
Cuando uno entra en la adolescencia y reparte hormonas por cada rincón en el que se maneja, metió lengua, faringe, laringe y todo órgano que pueda en la boca de otra persona, no se conforma...quiere mas! Y es en esos momentos cuando el divino equilibrio interviene, todos los muchachitos están como locos, realmente sacados por meter mano donde se pueda, apoyando donde se pueda; sea mujer, animal o simple concreto los pseudo hombres realmente creen que están preparados para dar el paso adelante. A todo esto, y a esto me refiero con equilibrio divino; las mujeres tienen el gran papel de detener todo desaforado que se le ponga en frente. Y ojo, es algo lógico, no se puede manejar de manera comprensible a tanta casta desesperada, plagada de acne y de movimientos convulsivos. Algunas veces la excepción a la regla ocurre y de esta manera tendremos millones de historias de un lado y otro, por el lado masculino la gloria ha llegado, han conseguido (de manera realmente motora e instantánea) poner su exasperado órgano en el de la mujer. Ah, que alivio...
Mientras que del otro lado existen dos nociones generales: por un lado el de una pseudo mujer arrepentida, pensando y pensando porque y porque deje que esa evolución nunca terminada del mono haga eso con mi cuerpo!
Por otro lado, serán agitadas y cada vez mas concurridas las risas y los sarcasmos a cerca de la excéntrica manera de “amar” que sostuvo el muchachito, las películas no hicieron otra cosa que contar mentiras...Y mientras todo el mundo se entera del hecho y la fama crece, en sentido exquisito de un lado y en sentido engorroso del otro (ustedes decidan cual se merece uno y otro adjetivo), de a poco va creciendo una palabra tan diminuta en su literalidad y tan abarcativa simbólicamente.
Así de a poco todo el mundo se pone de novio, y llega a ser un signo de altura, madurez, una contribución a nuestro acervo de conocimiento. Cuando en realidad lo que se hace es transgredir todos esos términos con una sola persona. Descubrir y redescubrir experiencias con esa pobre persona que se tiene al lado. Se dejan, vuelven, se odian, se quieren, se escriben, no se hablan, comienzan las indirectas, se ventilan secretos que prometieron nunca en la vida contar, etc, etc.
Y después de este verdadero caos hormonal, sentimental, neurótico, y anarquista se pasa a la gran querida juventud. Todo esta resuelto, se lo que soy, ya pase por tanto que tengo que saber como manejarme...errores y mas errores. Nunca nada esta cierto en la vida, solo la muerte...
Ahora bien, que es lo que pasa con esos pequeños momentos de intimidad cuando dos personas terminan con la relación? Algunos optimistas dirán que siempre serán recordados inclusive con la aparición de otras continuas y zigzagueantes búsquedas de confort personal con otras entidades del sexo opuesto, pero también se podría decir que no se tiene la menor idea de que paso en los días, meses, años compartidos con un/una ex...Libros de autoayuda, revistas sobre el amor, tantas preguntas, tantas flatulentas respuestas, para que? Para que todo esto se convierta en una maldita obsesión (y no específicamente la que tuvo Echarri en esa película que de a poco puso a toooodo su reparto en bolas).
Si vamos al caso, generalmente (en su mayoría) lo primero que dos personas hablan durante el flirteo inicial es la absoluta y tan acostumbrada charla sobre el porque de un fallido intento amoroso pasado. Es estos casos cuando una de las dos personas (da por igual el sexo) utiliza la conciente e inconsciente táctica de la expresión de tristeza, dolor, ironía, redención, furia, superación, sarcásticamente cómica, etc. sobre cuantas veces uno trato de continuar con la relación pero alguien siempre traiciona, decepciona, aburre, o es totalmente malo en la cama (si, es un tema de separación). Entonces una experiencia lleva a otra, risas de por medio y terminan en la cama. Cuando todo el acto termina, y cada cual se esta poniendo la ropa pensando que demonios hace en esa pieza, departamento, hotel o lo que sea; se agradecen por haber comprendido uno al otro y click, la cabeza estalla...mi ex estará haciendo lo mismo que yo?
Entonces lo único que da para pensar es que continuamos rememorando el inicio de nuestra existencia; acaso no todo empezó con una explosión? Acaso no son esas diferentes explosiones en el universo la que dieron paso a la vida (muy misteriosamente cabe decir). Lo que trato de decir es que realmente se necesita que algo explote (simbólicamente hablando) para que nos demos cuenta de las cosas y podamos dar pie a una nueva vida? Quizás si, quizás demasiadas implosiones en nuestra cabeza sirvan de algo, pero cuantas malditas veces vamos a tener que repetir una y otra vez este ciclo para que finalmente podamos decir: “soy feliz” o, “de a poco veo las cosas con claridad...”
A todo esto, algunas parejas se encuentran en ese preciso momento en el periodo de introspección individual del porque la relación fallo. Que es eso de pedir tiempo(¿?), cual es el sentido masoquista que lleva a una pareja a aceptar el doloroso, histérico, y repulsivo conteo de horas, llamadas vespertinas con algún llanto de por medio, eliminación intensiva de números de teléfono, mensajes de texto, mails, etcéteras y mas etcéteras. ¿Y porque carajo seguís escuchando “esa” especifica canción que lo único que hace es repartir castañazos a tus tripas?
Lo cierto es que con el tiempo; cuando uno piensa demasiado sobre el amor, su sentido liberador, el porque su pareja hace tal o cual cosa, se esta perdiendo poco a poco la tortuga y se conforma con la lechuguita. Acaso ese sentimiento (o reacción química como quieran tomarlo) no hace que seamos totalmente irracionales, libres, cursis, musicalmente escabrosos, o inventores de voces estupidas que ningún ser humano en la tierra soportaría escuchar excepto esa, tu pareja. Y cual es el punto de ponerle diminutivo a todo (cosita, amorcito, chiquito, gordi, quiqui (por Dios!), bichi y creo que no puedo continuar mas); realmente si después de todo esto me dicen que esa palabra tan minúscula, inerte y excesivamente intensa nominada amor es, en cierto sentido, lógica, racional o esquematizada estarán confirmando exactamente lo que pronuncio.
Es por esto sencillamente que creo que alguien invento la frase “la ignorancia es divina” mas allá de todo contenido religioso. Entonces simplemente la consigna seria “no pienses, siente”. Quizás es solo eso lo que uno pide del otro. Así que a partir de este momento voy a dejar de escribir este espacio de autosuficiencia antirepresiva y voy a liberar mis pensamientos por un momento, esperando que el día de mañana (o pasado, o el mes que viene, el siguiente año) alguien reconforte mi alma, someta estas tristes palabras y me de sentido para una vieja conocida. Parece tan simple, que asusta...
Cuando supe que me perdía comencé a buscar todos los lugares que tal vez, alguna vez, pude haber dejado algo. Antes de desaparecer era necesario repasar viejos escondites, grandes escapes, oscuros recovecos que sirvieron para dejar, depositar todo lo que creía necesario. Antes de desaparecer es necesario recordar. Entonces me encamo con cualquier beso fugitivo que se escapa en las noches de verano. Aquellos romances que duran un fragmento de sol, solo hasta que caigan hojas secas. Que sencillo era recostarse en brazos desconocidos que aliviaban aquel dolor que nos consumía por dentro. Es bueno sentir, saborear, degustar colores jamás vistos. Me gustaba sentirme tan frágil, tan débil que solo esperaba quebrarme con el sonido de su voz. Tal vez nunca era la misma solo por que todos los días era distinta. Tan calmada, tan relajada que solo había que recostarse y disfrutarla. Dejar que comience a llenar la habitación de palabras sin sentidos, de aromas tan disperso que obligaba a perseguirla por donde se moviera. Y recorríamos la inmensidad de una cama, me tranquilizaba saber que su cuerpo era una parte mas del mío, una extensión que no llegaba a destino por que desembocaba en el mío, era así, éramos dos personas que se movían en un mismo cuerpo. Batallas, epopeyas, desabastecernos de corazones hasta el próximo verano... Deje de mirar esa habitación mientras un cigarrillo acompañaba la despedida de aquel viaje al pasado y me aleje. Recordé que no había mucho tiempo, que iba a desaparecer y faltaba mucho por recordar o al menos estaba la intención de hacerlo. Tome dirección a la esquina en donde divagaba a menudo, nunca fui bueno con las palabras y su contenido. Esperaba ansioso a alguien, me engañaba con cada deseo de velo. Sabia que no iba a estar. Decidieron por el y esa tarde no llegaría pero lo volvería a ver, de eso estaba seguro. A la esquina decidí recordarla con largas charlas de fútbol y misterios a punto de resolver, si nos hubieran dado un tiempo mas amigo podríamos haber encontrado las soluciones a nuestros desopilantes problemas. Pero ya tendremos tiempo para eso, demasiado tiempo. Espere un cigarrillo mas con la estúpida esperanza de que llegaría. Deseaba tanto que sople un viento fuerte o que un sonido destroce mi atención para saber que estuvo en mi ultima esquina. No sucedió y tuve que partir. Mientras paseaba por la plaza , tratando de recordar y recordar antes de desaparecer, un reflejo de mi imagen algo distorsionada me decía que ya se estaba acercando cada vez mas el momento. Me acerque mas a la fuente tratando de recordarme como era pero mi silueta, algo transparente para ese entonces, no ayudaba mucho. Mi cabello se lleno de un blanco que avejentaba toda mi vida, mis manos comenzaron a tomar una forma rara, la juventud se alejaba y dejaba a trasluz unos pliegues de años mal llevados. Los ojos que en alguna oportunidad pudieron ver tu sonrisa extrañaban todo. En mi memoria no quedaba mas lugar. Intentaba por todo los medios seguir recordando pero no podía, hasta mi nombre se extravío por ahí. Quería correr por que cada vez mas y mas se acercaba aquellos que hasta ahora no se dejaba ver. Pero no podía correr, unas débiles piernas tomaron el lugar de aquellas que lloraban por caminar, que gritaban por recorrer lugares. Era tan distinto. Con cada paso rápido mis pulmones me dejaban a medio camino. Improvise un bastón de paso y con el cuerpo ya extenuado decidí sentarme en un banco de aquella plaza. Mi atuendo había cambiado. Estaba muy cansado para notarlo aunque la resignación hizo lo suyo. Sentado en ese banco solo me dedique a observar, ese seria mi lugar desde ahora hasta...quien sabe. A mis pies se cercaban palomas que buscaban la piedad del visitante para alimentarse así que de mi bolsillo saque un poco de algo y me quede ahí, alimentando mi alma mientras dejaba que el tiempo haga lo suyo, ya no podía correr, ni recordar, era el momento de descansar y eso ya lo tenia aprendido.

MAR

A mi historia tal vez le faltaba un final que este acorde a mi vida pero como decía un amigo travesti, “sorpresas te da la vida”. Tendría que comenzar por contarles algo de lo que venia haciendo y a lo que llamaba una vida desordenada, esperando sin intención alguna, un nuevo caos. Junto a Mimi, mi amigo travesti integrábamos un grupete bastante particular. Vivíamos enmarañados desde que se perdía el sol hasta quien sabe. También se perdía la noción del tiempo. Compartíamos gustos tan dispares como lo heterogéneo del grupo mismo. Visto desde afuera nadie apostaría a que estos cinco espasmos de la vida puedan llevarse bien. Pero, a lo mejor, como le llevábamos la contra a todo, éramos tan unidos como cualquier extensión del cuerpo. Mimi había adoptado ese nombre por la fascinación con la actriz Mimi Ardu. El, ella, dice haber escogido el nombre por las tantas veces que , en carácter masculino, le había dedico su amor propio, en pleno fogueo de hormonas quinceañeras. Pero a Mimi también se sumaba “el Peter”, desconsolado cordobés que aspiraba a pasar la frontera de lo cotidiano. Soñaba con llegar a los Estados Unidos y plantarse con un negocio, conocer a la chica de sus sueños y engendrar cuantos hijos le de su castigado cuerpo. Creo que en el fondo sabia que nada de eso iba a suceder, y solamente pudo cambiarse de Pedro a Peter, era cerca lo mas cerca que podía llegar de lo que anhelaba. Pato y Lourdes eran la parejita de este grupo. Dos personas que no sabían vivir por separados. Si Pato proponía una estúpida idea, Lourdes era la primera en aprobar la iniciativa. Estaban entrando a su octavo año de pareja. Se conocían desde los 13 años y como se darán cuenta pasaron todas las experiencias, propias de la edad juntos. En una noche de invierno bastante duro y a los 14 años de Lourdes, ambos desvirgaron su cuerpo para pasar a un compromiso mucho mas fuerte. A veces mirarlos juntos era tan parecido a comerse un pote de dulce de leche, con media docena de merengue mientras miramos a winnie pooh, era demasiado empalagoso. Aunque debo admitir que nunca vi tanta entrega de dos personas por algo en común, que no es palpable y algunos ojos cómodos no pueden percibir. Ellos le llamaban amor, claro, y yo comenzaba a creerlo, aunque siempre a escondidas. Tenia que conservar mi personalidad de chica dura. Y en el grupo faltaba presentarme yo. Mar, tan sencillo como eso. Mi tía me dijo que mama me puso ese nombre por que amaba el mar y toda la tranquilidad que despertaba en uno. Claro, ella nunca llego a conocerlo, pero dejo en mi algo pendiente por cumplir. Algún día, tampoco me obsesiono con eso. Cuando mi tía, decidió que lo mejor y lo mas seguro era irse con un camionero que avía conocido una semana antes, mi vida comenzó a tomar otro color. La iba extrañar lo necesario, pero me dejaba mas deudas que facilidades de pago, mas dudas que certezas. Era hora de tomar la rienda de todo. Como primer medida invite a Mimi a quedarse conmigo en casa. Era de esas casas viejas de barrio, en la cual alquilábamos dos piecitas en el fondo, a un estudiante de Neuquen y a un anciano que alguien, desconsiderado, se olvido por aquí. Mimi me iba a hacer de gran utilidad por que aunque a ella no le guste era necesario la presencia de la fuerza de un hombre(cuando la cosa se ponga pesada) y la compañía de una mujer. Ella reunía las dos cosas así que no lo dude. Por mi parte tenia que buscar un trabajo, algo que no demande tanta cabeza, que no requiera compromisos extremos y que me sienta a la altura de la situación. Esa mañana me dispuse a buscar en el diario y luego de algunas frustradas entrevistas decidí embarcarme en lo que parecía algo sencillo. Moza de calle. Ustedes sabrán a que me refiero, esas chicas que van de un lado al otro sin recibir una moneda de mas. Debe admitir que soy una chica de grandes pechos y tonificadas piernas lo cual, bueno...ayudo a conseguir el trabajo y algunas propinas de viejos verdes, dueños de importantes negocios que si yo hablara, mas de uno esta noche no duerme en casa. Lo que me irritaba de este trabajo, al principio, era cuan “rata” que puede ser la gente de oficina, con que necesidad se hacen quedar tacitas de café, cuantas mas quieren!!! Claro y una como estúpida renegando y renegando, haciéndoles ver que jamás me devolvieron una tacita. Con el tiempo me iba acostumbrando. Lo mismo sucedió con el uniforme de trabajo. – Señorita aquí, trabajamos en serio, por que somos gente seria y como tal deberá llevar un uniforme, nada de esos jeans pintarrajeados que trae- me decía mi jefe la primera vez, un tano que a los trotes podías entender algo. Jaja gente seria, mis jeans coloridos conservaban mas decencia que la minifalda de unos cuantos centímetros que me dio a usar. Una camisa de talle ajustada que no dejaba mucho a la imaginación y que al salir a la calle tenia la sensación de estar en venta, me faltaba solo un cartelito en la frente. Y los pedidos equivocados y las bromas pelotudas de abogados que una tenia que soportar por unas cuantas monedas a fin de mes. Pero todo iba a tomar otro color cuando después de reiterados pedidos de una agencia de turismo, Esteban me confesaría lo que tantos meses tenia guardado. El era un cliente recurrente del lugar. Siempre pedía un café y vasito de soda. En oportunidades charlábamos y dejaba ver una persona que nada tenia que ver con ese ambiente. Y es que las agencias de turismo se vende por la imagen. El era un tipo sencillo que no almorzaba en el trabajo por que su sueldo no le daba y la empresa no aportaba en viáticos muy seguido. Sabia que algo tenia conmigo pero las mujeres solos mas serenas a la hora de decidir, sabemos lo que nos gusta pero tenemos que estar muy seguras que es recíproco para dar un pasito mas. Esa tarde, en un break que coincidimos, Esteban me confeso que odiaba el que café, que no podía soportar la acidez que le provocaba pero que menos podía soportar verla una sola vez por día. Así que con mucho esfuerzo Esteban se tomaba delante de ella, para sacarle unas palabras, cuatro tacitas de café. Esa entrega me mato, quebró en mi aquella personalidad dura y reacia a disfrutar lo que tanto esperaba. Sentirme enamorada. En fin le partí la boca de un beso y hasta ahora no nos separamos. Pasaron ya cinco años de todo esto y no me canso de repasar como dio vuelta mi vida por un trabajo. Encontré la persona que me acompañara una buena parte de mi vida .Lo que dure. Por ahora solo queda terminar de hacer las valijas para pasar unas días en Mar del Plata, a orillas del mar con Esteban y el pequeño Tomas es hora de cobrarme algunas materias pendientes.